PROUST TENIA RAZÓN _ AMÉRICA COMPARINI SALAS_TALAGANTE-CHILE
Mi sobrina Pamela Elizabeth, felizmente casada con Gustavo, un hombre de fé , es madre de cinco hijos biológicos y uno adoptado por amor.
De profunda humanidad y religiosidad , al igual que su hermana Angela, casada con Héctor y madre de dos hijos, son las retoños de mi hermana menor Elizabeth y nietas muy queridas por mi madre, de quien heredaron la fe.
Ellas me han regalado unos cánticos evangélicos muy hermosos.
Y también son " las oradoras oficiales" de mis solicitudes de plegarias al Padre.
Al escuchar las canciones de inmediato me estremeció e invadió una profunda emoción. Tremolante mi alma dulcificó y abrió la compuerta a los recuerdos.
En ese instante mágico pensé cuánta razón tenía el escritor y filósofo francés Marcel Proust ,cuando se refiere a "La memoria involuntaria".
Según Proust, los sentidos pueden desencadenar recuerdos y emociones que estaban dormidos en nuestra memoria.
Y describe cómo un aroma, un sonido o un objeto puede transportarnos instantáneamente al pasado y hacernos recordar experiencias y emociones que creíamos olvidadas. Esto se debe a que los sentidos están estrechamente ligados a la memoria emocional y pueden activar recuerdos que estaban almacenados en nuestro cerebro.
Aromas, sonidos, sabores, palabras, situaciones, desencadenan una avalancha de recuerdos y emociones
Los sentidos son la clave , la llave para acceder a la memoria profunda.
Los recuerdos más vívidos y emocionales son aquellos que están ligados a los sentidos. Esto se debe a que los sentidos están en estrecha unión con el cerebro emocional, y pueden activar recuerdos almacenados , aparentemente dormidos u olvidados.
La idea de "la memoria involuntaria de Proust" se puede ver y sentir en muchos aspectos de la vida real y cotidiana.
Esa música , esos cantos , alabanzas evangélicas, me transportaron.
Me llenaron de imagenes fuertes y poderosas.
Cerré los ojos y entré a un pasado lejano cuando era aún una niña pequeña y caminaba de la mano de mi madre y de mi hermanito de nueve años.
Los tres unidos, enlazados por el amor y la sangre en medio de una procesión , rodeados de muchas personas religiosas que avanzaban fervorosamente por las calles , cuyas voces heterogéneas cantaban
acompañadas de mandolinas.
Instrumentos que llenaban el aire de una melodía hermosa y vibrante.
Arpegios para alabar al creador, que mi madre con su suavidad y fe profunda a toda prueba, cantaba junto a mi hermano pequeño.
Creo que muchas veces, nos llevó a este mágico ritual, porque quedó grabado a fuego en mi subconsciente y a pesar que el destino nos separó y solo viví con ellos dos hasta la edad de 1 año y medio, los cánticos y las mandolinas me retrotraen y me llevan a tan dulces añoranzas.
A tal nivel que vuelvo a vivir , más bien a revivir ese instante en que solo existíamos nosotros tres cogidos de las manos en un nudo o vínculo poderoso en medio de ese mar de personas religiosas que sin miedo mostraban su amor por las calles alabando al Padre creador.
Proust tenía razón, mucha razón .
Hoy cuando la vida, los años han transcurrido inexorablemente y de pronto hace hace zancadillas feroces, la música , los cánticos de los fieles, sumado al recuerdo entrañable que traen las mandolinas y las voces sagradas , hacen que vuelva los ojos al cielo y sienta que en ese halo de fe pasado de mi madre me acompaña en el presente y me hace resistir los embates diarios, cuando la soledad golpea fuerte y es sinónimo de las ausencias filiales.
Entonces al son de esa canción
"Tú eres la calma", vuelvo a sentir su mano tierna que toma la mía y me dice " estoy aqui y también
Él está contigo : no temas no hay soledad ni abandono!...
Fotografía crédito a quien corresponda
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