viernes, noviembre 19, 2010

LA NOVELA DE NORMA" MARIE ROJAS TAMAYO (CUBA) ROLANDO REVAGLIATTI " MUSICALES" (ARGENTINA)



Colaboración del poeta  argentino ROLANDO  REVAGLIATTI

*Ilustración: Ray Respall Rojas.
La Habana. Cuba.

                            LA NOVELA DE NORMA*
A Yordán y Yohanna Rey Oliva

Era la conserje más antigua del museo. Por espacio de ocho horas, pasaba el paño por los adornos, escuchando su radio. Sólo a la hora del almuerzo se guardaba los audífonos en el bolsillo del delantal, donde siempre tenía el receptor.
“Hola, Norma, ¿qué tal la novela?”, solíamos preguntarle.
Si no era a esta pregunta, respondía con un encogimiento de hombros.
Pero cuando se le tocaba el tema, Norma, tan tímida que se diría algo retardada, se transmutaba. Nos ponía al día de las desventuras de la hija del Duque, embarazada de un enmascarado, amando a su hijo nonato. Subíamos con ella a las cimas del mundo con un grupo de escaladores, navegábamos en una nave amenazada por corsarios, participábamos en el asedio a una fortaleza o nos embarcábamos en una aventura futurista. Como en cada novela que se precie, surgía, maduraba y florecía un romance. Era increíble como memorizaba los pormenores...
Resultaba agradable comer con la narración del capítulo del día. Ninguno de nosotros escuchaba la radio, apenas teníamos tiempo de actualizarnos con las noticias del televisor y alquilar alguna película los fines de semana.
Pero llegó el cambio de administración. A la nueva jefa, no más hacer su aparición, le molestó el radiecito de Norma. Ante su negativa a dejarlo en la taquilla, la amenazó con una sanción laboral, con la expulsión y, al ver que sus palabras caían en el vacío, le arrebató de un tirón los audífonos. El pequeño receptor siguió al cable y cayó al suelo.
Atónitos, comprobamos que se trataba sólo de una caja vacía, ausente de mecanismo, circuitos, o baterías.
Norma la recogió en silencio, se colocó los audífonos y se marchó sin atreverse a cruzar nuestras miradas.
Nunca más volvimos a verla, su presencia casi fantasmal, bayeta en mano, no era parte de la vida activa del museo. Pero a la hora del almuerzo no sabemos hacer otra cosa que mirarnos en silencio: Norma... ¿quién lo diría?
Aquel mundo interior que afloraba ante la pregunta, la perfección de los diálogos y las descripciones, lo que creímos su memoria excepcional, para volver a caer en la expresión vacía, en el mutismo, como si se interrumpiera una conexión que no logramos adivinar con quién o con qué establecía.
*De Marié Rojas Tamayo.
La Habana. Cuba.

QUISIERA SER LO QUE ERA CUANDO QUERÍA SER LO QUE SOY...

                                          Musicales

Y después pareció como si ella asumiera el control de repente: con las paredes del coño se convirtió en un exprime limones por dentro, extrayendo y apretando a voluntad, casi como si le hubiese crecido una mano invisible.

¿De quién sería inevitable que me acordara cuando leí esto? (Henry Miller, Sexus”, Seis Barral, pág. 183): de Fortuna.


Más en su departamento de dos ambientes que en el mío de tres y a pocas cuadras de distancia el uno del otro, más sin planearlo que determinándolo por anticipado, más comenzando en desmayadas trasnoches que en horarios “convencionales”, extensas encamadas.
Ambos, músicos: Fortuna, teclados; yo, cuerdas.
Me sorprendo ahora alucinando tu vibradora jugosa. Te invoco, incorregible Fortuna, al borde del suicidio o de la inercia, con tus mismos aires de siempre de princesa desasosegada.


Me casé con una cantante. No me quiere. Me hostiga, me acompleja. Iniciose en fase adúltera con un barítono, ornamentándome con tentaculitos, con cuernecillos de caracol. Hasta que otros conocí: de cabra de los Alpes, de búfalo, de jirafa, cuernos de gamo, de ciervo, de gamuza, de reno, protuberancias puntiagudas o imponentes de yack, de órix, de verraco del Pamir, de cabra del Tíbet, de toro de lidia, de rinoceronte: a cambio de sus trapisondas con exponentes líricos y pentagramáticos. Mientras, decido cómo concluir con ella, próximo al límite de dificultad. Con la música a otra parte me iré, apenas logre seducir, desentrenado como estoy, a una bailarina.






*De Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar






http://www.revagliatti.net


http://rolandorevagliatti.blogspot.com


http://www.youtube.com/user/rolandorevagliatti
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