Para ser bien franca , no se si fue mi febril maginación de niña o sucedió realmente, pero la imagen quedó grabada a fuego para toda la vida.
Años más tarde de adulta leí algunos cuentos y leyendas del Sur y recordé el hecho acontecido y fui asociando ideas a temas somilares.
Qué pena que años atrás no conté esta historia a mi amigo Oreste Plath, escritor especialista en estos relatos!
En la época que ocurrió, yo tendria como 6 años y vivía con mis abuelos italianos, los tíos y una prima hermana, en una Casa-quinta muy grande en la Comuna de Quinta Normal.
En ese tiempo , era como un pequeño pueblito inserto en Santiago con características rurales.
Había allí muchas casas enormes de adobes, quintas, chacras, carretas y caballos.
De hecho, uno de mis tíos, el tío Amadeo, con sus ojos azules y su cabello dorado, persona tan refinada y hermosa, como un príncipe, de esas películas del neorrealismo italiano , había estudiado Agronomía en Chillán y hacia clases complementadas con el tema del agro en un colegio de Enseñanza Básica de la Comuna, aledaño a nosotras; en la quinta cultivaba y sembraba choclos, hortalizas varias, plantas y flores .
Menciono a mis nonninos, que por ser extranjeros, no tenían la menor idea de las tradiciones o leyendas de Chile , así que cuando me sucedió este insólito hecho , por supuesto que pensé inconscientemente , que no le darían la más mínima importancia , sino a la fuerte imaginacion de una niñita, que se asustaba sola .
En el segundo patio de la Quinta en cuestión, se iniciaba el huerto ,con un enorme gallinero , donde íbamos a recoger huevos en canastitas y luego a escapar a toda velocidad de las furiosas gallinas que nos perseguían algunas veces , porque no sabíamos que les quitabamos los que estaban empollando.
Entre parrones de uva blanca y rosada Moscatel, zumbidos de abejas, bichitos y flores los árboles nos regalaban sus frutos.
Todo ello producido por el desvelo del tío Amadeo, que los fines de semana se dedicaba al huerto y la casa.
En ese lugar hermoso crecimos con mi prima Antonieta , libres y felices, premunidas de mamelucos de coloridas telas con florecillas y zapatillas comprados por la nonna en una tienda del centro de la ciudad , a la cual llegábamos en un taxi resultando todo un acontecimiento.
La zapatería era una gran tienda con asientos de cuero en el centro y una columna de espejos diseñados en cuadraditos, que parecían calugas de golosinas.
Ambas niñas de la misma edad y cada una, dueña de un árbol -casa preferido, donde practicamente pasábamos las horas cobijadas en sus copas.
A Ma. Antonieta le pertenecía la Higuera y a mi el Maqui, cuyo abundante fruto teñía mi cara y dientes de morado color.
Mi prima siendo solamente menor 1 semana que yo, asumía un poco el rol de una pequeña madrecita y me llevaba cada tarde al baño y limpiaba mis manos y carita, con un paño y luego amorosamente lavaba y secaba.
Este gesto de ella, ha sido tan significativo en mi existencia, que aún cuando la distancia y nuestras vidas con caracteristicas diferentes, nos han separado ,me han hecho amarla y llevarla siempre en mi corazón como mi primera hermana de la vida.
En la casa había gran cantidad de árboles de todas clases, que nosotras expertas y ágiles niñas trepabamos.
Existía una época que la nonna nos enviaba a los olivos a tomar de sus ramas el fruto algo amargo , para llevarlo a macerar meses en un barril con salmuera.
Eramos capaces de subir ágilmente como unas gatitas , hasta la cumbre de ellos para tomar las aceitunas.
Yo amaba el arboito del laurel, cercano a la casa y era la designada para sacar sus hojitas y llevarlas corriendo apretadas en mi pecho a la cocina, dónde estaba la nonnina prepararando la salsa de tomates que bañaría deliciosas pastas como ravioles, capeletti, lazañas o polenta , para el día Domingo cuando se reunía la familia y venían los amigos musicologos y leguleyos italianos a almorzar acompañados de un buen vino Rosso y a cantar en la sobremesa.
Una tarde que Antonieta entró a la casa y yo quedé sola en el segundo patio, cerca del parrón recogiendo flores, no sé por qué me fui adentrando en la quinta y alejando de las dependencias habitacionales.
Caminaba hacia donde estaba mi maqui; pero antes de él se encontraba un hermoso níspero, que yo siempre miraba, porque lo encontraba bello.
Me paré frente a él y lo observaba con sus hojas tan lindas, por un lado verde y por el otro grises.
Teníamos prohibido comer los frutos sin lavarlos, pero igual me acerqué y tomé uno .
Lo froté en la pechera de mi mameluco, para comerlo...entonces senti que algo revoloteaba sobre mi cabeza.
Miré curiosa y vi que era un pájaro grande , como estos que se perfilan en los cielos los días de invierno y dan una especies de gritos o graznidos cuando va a llover, como dicen las abuelas "pidiendo agua".
Revoloteaba volando, extendiendo y batiendo sobre mi cabeza sus amplias alas .
Vi que seguía dando vueltas en círculos , lo que me impidió comer el fruto y temerosa guardarlo en el bolsillo.
Su vuelo y sonidos eran realmente muy intimidantes !
Luego se paró frente al níspero y después de dar como unos agudos grititos y sonidos quedó en silencio.
Yo lo miraba como hipnotizada.
Se posó bruscamente sobre una rama del árbol .
De pronto, en una especie de ritual silencioso , comenzó a moverse y por debajo de sus alas comenzaron a salir dos manitos y dos brazos .
Eran pequeñas sus extremidades y todo en él .
Con sus manos se empezó a quitar plumas una por una y solo quedó cubierto su pecho hasta sus mínimos muslos .
Entonces le fueron apareciendo las piernas, hasta quedar transformado en un hombre pequeño, con unos ojos negros muy vidriosos, que me miraban fijamente.
Desde arriba de lo mas alto del tronco del árbol me observaba como diciéndome ven sin palabras.
Yo estaba petrificada, pegada al suelo y no me podía mover de pánico ante esa imagen espeluznante.
No se de donde saqué fuerzas y salí corriendo hacia la casa.
El corazón parecia que se me iba a salir del pecho y temblaba como una hoja.
Llegué a la casa y me puse llorar, estuve muy asustada y sin hablar muchas horas.
Aterrada no le conté a nadie, convencida que no me iban a creer.
Confieso que es la primera vez, después de muchísimos años que lo cuento.
No fui más a la quinta sola, con miedo que fuera aparecer ese raro hombrecillo....y cuando pasaba por allí miraba el árbol de soslayo .
Esa noche de puro susto me dormí con el níspero que había guardado en el bolsillo y resultó que al día siguiente me vino una terrible y altísima fiebre.
Estuve varios días así , me costó recuperarme, la nonna presumía que había comido nísperos y enfermado.
No se por qué razon nadie comia los frutos de ese árbol, porque decían que las personas enfermaban.
En lo personal me encantan los níspero y hubo un tiempo que hacía licor de nísperos,el que da un sabor similar al amaretto.
Hoy miro hacia atrás y recuerdo perfectamente la situación.
Tiempo después , al parecer mis defensas bajaron mucho con el susto y estuve largos días aquejada en cama, algunos días inconsciente por el estado febril, luego convalesciente y supe que había tenido una enfermedad llamada " difteria" , mal del que antes en época pasadas los niños y adultos morían .
El recuerdo de esa extraña ave permaneció intacto en mi.
Para la niña que fui, valga la redundancia, eso fue absolutamente real .
Para la adulta de hoy, creo que debe haber sido mi fertil imaginación que empezaba a crear historias...la escritora en ciernes que comenzaba a nacer.
En la actualidad vivo en Talagante...conocido por sus historias paranormales y superticiones.
Sin embargo , me gustaría investigar con alguien que entendiera de estas cosas y me diera luces al respecto, para desentrañar este misterio de mi psiquis infantil .
Tal vez escribiré un cuento de misterio, adornándolo un poco más, aunque asumo que así es como se crean mitos y leyendas urbanas....que suelen tener raigambre de historias no tan verídicas.
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