Querida Magdalena;Tu partida me dejó atónita, perpleja.....devastada.Siempre vivirás en mi recuerdo..y te recordaré amiga linda, tan femenina, tan dulce, como enaquella época que eramos jóvenes, vecinas, y nuestros hijos pequeños....adolescentes.Siempre con esa sonrisa que iluminaba tu carita y nos hacía sentir acogidos a todos.Por eso cuando leí el poema de tu hijo poeta, ese niño inquieto que rompió barreras y llegó con sus poemas e inquietudes a España, no pude más que recordar y pensar en publicarlo y hacerte un homenaje amiga querida y decirte lo mucho que te quise, que te recuerdo..y aunque no supe, ni estuve de cerca en tu partida, porque la vida nos separó: siempre habitarás en mi corazón.Te quieroAmérica
Hoy debieras estar, pero no estás.
José-Christian Páez,
La sombra del silencio te atrapó hace largos diecisiete años
y te fuiste por ese túnel de angustia
como si en el tiempo no hubiese más tiempo.
Escondiste tu mirada. Escondiste tus manos.
Corriste hacia el abismo de tus dudas
y te acurrucaste como hacías en tu infancia
al querer llorar.
Ese rincón íntimo sólo tú lo conocías.
Nadie pudo llegar hasta ti.
Ni mis palabras, ni mis lágrimas lograron acariciarte.
Te abandonaste como la brisa que se hace invisible
hasta perderse en una parte del recuerdo.
¡Qué dura es la soledad de estar solo!
¡Qué impío es el metal que golpea el sonido
de los nombres que amamos!
Te alejaste hasta de la lluvia.
Cubriste tu cielo con piedras.
Hiciste una sombra de la sombra
y te refugiaste en su cáliz.
Como si fueras un pétalo asustado.
Como si tu oído buscara el silencio
que nunca conoció.
En esa inmensa oscuridad abriste los ojos.
Entonces viste lo que hasta entonces no habías visto.
Pero tu olfato había olvidado el aroma del camino
y no pudiste regresar
y esa lobreguez comenzó a ser tu destino y tu lámpara
y la música inicial para tu oído virgen.
Nunca te despediste. No dijiste adiós. Y si lo dijiste
lo murmuraste en silencio para no oírlo ni siquiera tú.
Entonces, bajo estas nubes que alargan sus dedos al mar,
envuelto por estos paños de agua que vuelan por el aire
miro el tiempo escrito en el calendario
y al ver tus setenta y cinco años borrados por el silencio
descubro que debieras estar, pero no estás.
Aunque sigues aquí, en este mi corazón que también es tu corazón
y en esta mirada que también es tu mirada
y en estas mis lágrimas que también son tus lágrimas.
Sigues aquí, acariciando mi pelo.
Sigues aquí, escondida en mis besos,
tendida en mis gestos,
esparcida en este abrazo que me envuelve
cada vez que intento mirar
aquellos los pasos de tu adiós sin adiós,
aquel tiempo difuminado en el tiempo.
Cierro los ojos, como entonces los cerraste tú…
Abro el oído, como entonces lo abriste tú...
y te abrazo repitiendo tu primer abrazo
para que nunca te vayas, para que siempre estés.
© José-Christian Páez, 2016.
Barcelona (España), domingo 4 de diciembre de 2016 (cumpleaños 75 )
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